Son fáciles de ver. Siempre son un dolor en el cuello y dificultan la vida de los gerentes.
Esto se debe a que siempre están tratando de mejorar su negocio, hacerlo más eficiente, señalar sus fallas como empresario, y siguen proponiendo ideas que considera inviables o que no encajan en su modelo de negocio. Los sorprenderá soñando despierto o navegando por la red cuando deberían estar trabajando porque se preguntan si su empresa seguirá en el negocio en los próximos cinco años o en bancarrota, y quieren averiguar qué debe hacer ahora.
Cuando ven a los gerentes haciendo algo estúpido, se quejan con todo el mundo al respecto. Cuando los gerentes rechazan sus ideas para aumentar las ventas o la eficiencia, se quejan de lo miope que eres y de que simplemente no “entiendes”.
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Sus otros empleados, los que simplemente golpean el reloj y cuentan los días para la jubilación, no se llevan bien con estos tipos. El sentimiento suele ser mutuo, por lo que no van a almorzar juntos.
En resumen, siempre se están metiendo en problemas y se quejan mucho. Están llenas de ideas que siempre estás rechazando o diciéndoles que “no es así como hacemos las cosas aquí”.
Simplemente no encajan.