¿Cómo se compara la escena de inicio en Berlín con la de Silicon Valley?

En Silicon Valley, el término “inicio” se aplica a una empresa que desarrolla o aplica tecnología de alguna manera. Pero en Berlín, incluso las empresas que apenas utilizan tecnología se llaman startups. Además, las startups greentech son más comunes y visibles en Berlín que en Silicon Valley. El gobierno alemán ha implementado un conjunto de políticas llamadas “Energiewende” para transformar el suministro de energía en un 45% de energías renovables planificadas para 2020 (actualmente están en un pico del 35%). Las políticas están diseñadas para fomentar una mezcla de suministro renovable adicional y mayor eficiencia energética. Algunas startups combinan creativamente infotech y greentech, como Cloud and Heat Technologies, que implementa centros de datos en la nube de una manera que permite que el calor residual se use para el agua caliente sanitaria y la calefacción de espacios en lugar de eliminarlo con un enfriador. Desde que la curva de exageración greentech alcanzó su punto máximo en los EE. UU. En 2008, muy pocas empresas greentech reciben mucha atención en Silicon Valley.

En Silicon Valley, se prefiere el capital inicial de fuentes gubernamentales a la financiación privada porque el gobierno no insiste en tomar capital. Pero generalmente necesita conocer a alguien de la agencia de financiación para saber cuándo se publican las propuestas, ya que a menudo no se distribuyen ampliamente. La mayoría de las agencias gubernamentales en los Estados Unidos tampoco insisten en que una startup comprometa sus planes al registro público. En Alemania, existen numerosas iniciativas públicas y conjuntas público-privadas que apoyan a las startups en etapa temprana. Por ejemplo, los programas EXIST están específicamente dedicados a financiar nuevas empresas de tecnología que se han originado en universidades. Las startups pueden recibir hasta aproximadamente 600,000 euros durante dos años, una vez que se cumpla el requisito de recaudar 60,000 euros de capital privado. Dentro de este programa, cada equipo de inicio está alojado en una universidad que también administra y controla el dinero.

La opinión alemana sobre el dinero del gobierno para las startups es que las startups tecnológicas son motores de creación de empleo de alto valor y, por lo tanto, deben ser respaldadas por la cartera pública. Sin embargo, cualquier startup que reciba fondos del gobierno debe informar sus planes y progreso y esto limita la capacidad de una startup para operar en “modo sigiloso”. Las startups financiadas a través de dichos programas también deben trabajar estrechamente dentro de los límites burocráticos de la universidad de acogida, y los acuerdos de licencia de tecnología y derechos de propiedad intelectual resultantes pueden representar un arma de doble filo.

La cultura de aversión al riesgo general de Europa es un problema definitivo para las nuevas empresas. A muchas personas en Europa les gustan las cosas como son y no ven mucha necesidad de cambiar. En Berlín, la actitud hacia el riesgo es realmente todo lo contrario. Por un lado, los enormes cambios que ha visto la ciudad desde la reunificación alemana en 1990 han demostrado que el cambio no es del todo malo. Los restaurantes aparecen y desaparecen, la ciudad parece ser un sitio de construcción eterna, y el nuevo arte callejero está en todas partes. Pero la mentalidad europea más aversiva al riesgo general es un problema definitivo en términos de encontrar un mercado. La mayoría de las nuevas empresas en Berlín necesitan trabajar más duro para definir cuál es su mercado, y la mayoría de los inversores exigen una idea más clara del mercado que en los EE. UU.